En 2012, trabajando en una empresa con más de 1500 equipos PC, noté un problema, las licencias de Windows, su costo, y los crecientes controles de las mismas por parte de organismos que auditan este tipo de licencias. Por ello, propuse la idea de implementar software libre, específicamente GNU/Linux, como una alternativa a las costosas licencias de Windows.

A pesar de reticencia por parte de varias personas, empecé a investigar por mi cuenta diferentes distribuciones de Linux que se adaptaran bien a un uso de escritorio y tuvieran una interfaz similar a la de Windows. Después de probar varias distribuciones y hacer laboratorio en mis ratos libres, encontré que Linux Mint era la que mejor se adaptaba a las necesidades de la empresa.

Me dispuse a hacer funcionar todo lo que se utilizaba en la empresa en Linux Mint. Logré encontrar alternativas funcionales al softphone, logre instalar el sistema de la empresa mediante Wine. Además, encontré reemplazos de software libre que cumplían con todas las necesidades de los usuarios sin ningún costo.

Finalmente, presenté la idea a mi jefe, quien accedió a hacer una prueba piloto con algunos usuarios, los cuales no tuvieron tanta resistencia como me esperaba, las pruebas estaban siendo exitosas en cuanto a funcionalidad. Sin embargo, no contamos con el apoyo de las altos mandos, que prefirieron seguir con Windows y pagar las licencias.

Aunque el proyecto no prosperó, fue una experiencia muy enriquecedora para mí en lo profesional y me permitió aprender mucho sobre el uso de Linux en un ambiente empresarial, y las ventajas del software libre.